La menopausia es un proceso natural en toda mujer que puede comportar una serie de trastornos asociados que afecten negativamente, en mayor o menor medida, a su calidad de vida y a su salud general. Desde los primeros síntomas, cuando todavía se mantienen las reglas, es importante tomar medidas preventivas y adoptar estilos de vida saludables.
La primera fase conocida como premenopausia, dura aproximadamente unos 5 años. En este periodo se producen diferentes cambios que pueden afectar tanto a aspectos físicos como psicológicos:
En la segunda fase se produce la menopausia propiamente dicha, demarcada por la fecha de la última menstruación (12 meses sin regla), momento en el que desaparece la capacidad fértil y que se prolonga paulatinamente hasta llegar a la postmenopausia.
En estas dos etapas pueden producirse problemas de salud relacionados con los sistemas metabólico, cardiovascular, osteoarticular y genitourinario, principalmente.
Es importante entender qué sucede durante esta etapa de la vida y saber qué podemos hacer para evitar, aliviar y/o tratar estos posibles síntomas.
Las recomendaciones nutricionales van dirigidas a tratar los síntomas que pueden aparecer en la menopausia, cabe destacar que unos buenos hábitos de alimentación, ejercicio y salud previos a la menopausia van a contribuir a un mayor bienestar y calidad de vida.
A partir de la menopausia, el metabolismo tiende a ser más bajo por lo que el gasto calórico diario disminuye y puede traducirse en un aumento de peso.
De ahí la importancia de adaptar la alimentación a las circunstancias de cada mujer y potenciar hábitos saludables que nos permiten mantener el metabolismo activo: pasear, ir andando a los sitios cuando sea posible, evitar los ascensores, realizar ejercicio más intenso y/o de fuerza en la medida de lo posible, procurar tener y mantener una buena musculatura…
Se produce un aumento de la hormona Grelina, responsable de la sensación de hambre, puede que tengamos más hambre de lo habitual y sea necesario reajustar las proporciones de la dieta para adaptarnos a este cambio: aumentar el consumo de vegetales, alimentos ricos en fibra y asegurar una ingesta calórica suficiente.
Teniendo en cuenta todas estas recomendaciones, deberíamos considerar que aunque puede ser necesario reajustar la alimentación, el aporte calórico y/o las proporciones de la dieta, es importante saber que no es necesario ni saludable pasar hambre.